SE CONSTRUYE

Se construye la Cultura, ¡inexorable como los vientos que vendrán a Carhué en la cercana primavera!;
se construyen sus cosas, sus herramientas y procederes, ¡inexorables como las Utopías Sociales de perfume y granito!

Se construye la Dignidad humana con el primer hombre y la primera mujer
en las primeras mitocondrias de sus primeros osteocitos,

¡Se construyen la Bondad humana,
las caricias que prodiga, el pan que amasa, el brazo que extiende, ¡las rosas y azucenas blancas que cultiva!

Se construye la Verdad, como agosto, los amarillos inexorables del Aromo,
como las respuestas inexorables a los necesitados.

. . .

¡Van delante del caos
y de sus leviatanes de callejeo engañoso y retráctiles garras!

¡Van en los rientes danzarines de la Cortada de la Plaza que inexorables y hermosamente vestidos vuelven!,
¡ay!, ¡en la solitaria enfermera velando por el pobre apestado en el pequeño hospital!,

¡en la vecina que embarbijada participa!,
¡y en este hombre que bajo la Cruz del Sur escribe!



POR MIS PARES

Por mis pares caídos en esta peste, por los trabajadores de la salud en el frente,
¡oraré ante ti, Masallé, por la Vida!

Por la Pachamama desbastada, por la Antártida y el Amazonas mutilados,
¡de rodillas, Masallé, por la Vida y por la Tierra!

Por los Aylanes despojados y migrantes, por las que quedaron en el profundo Mediterráneo bajo yates y costas azules,
¡oraré Masallé, por sus memorias y sus justicias!

Por los pobres de Argentina y Latinoamérica, los de África, los de las tierras donde padeciesen,
¡oraré Masallé! y al terminar, ¡oraré nuevamente!...

¡los trescientos sesenta y cinco días de cada año de mis restantes años!
¡por la gloria de la Vida!, ¡por la gloria de cada noble Vida!



PERFUMA

Perfuma y perfuma hasta herirme
el jazmín blanco de los Azores

y sangrando, perfumes por Carhué hiero
¡de perfumes, estío y amores!



POCO

Poco hay para admirar bajo este atavío
donde la oquedad -tensa con la razón- malcrío

desde la infancia bajo las tres higueras
cuyas brevas dulces, ¡dulces en mi hundieran!

. . .

Mas, ¿no es la admiración mero encandilamiento
y en el admirado, ocasión de aspaviento?

Pues, ¡ale! ¡ale!, ¡qué bien subyuga!, ¡cómo el sol en Carhué brotando!,
¡cómo mi Luna aljibera del aljibe elevando!

. . .

Poco hay para admirar en este rapsoda,
sí, hay dignidad... mas dignidad, ¡ale! ¡ale!, ¡hay en todos y todas!



SON LAS OCHO

Son las ocho del viernes y agosto,
Naranjo sueña en el jardín
y en su naranjo capote,
sueños sueña bajo un sol y un jazmín.

Como urgida, la primavera
parece en raudo vuelo haber llegado
y en el vuelo, panaderos del jazmín,
¡unos diez en la puerta ha dejado!

Sigue y sigue la puta y negra peste
¡tan liosa de frenar y refrenar!,
sigue negra y muerte azotando
¡sin capa, capucha ni enguadañar!

. . .

¡Ale! ¡ale!, ¡Carlos! -me digo-
a las ocho y agosto tras asearme,
¡ale! ¡ale!, ¡Naranjo! -le grito-
¡tú, ten los granos!… ¡yo, ha empezarme!



MALAMENTE

Malamente, ha regresado el frío.
¡Una inacabable nube de acero encapucha domingo y pueblo.

Naranjo -como aquella pequeñita, desorientada primavera- busca el sol por el aljibe, por el jazmín, por las doce, por la una,...
y desorientado, cansa y duerme -tal vez- un cazar de palomas y granos.

Ya frío y a un costado de la mesa, el mate duerme -también, tal vez-
¡un cantar de felices tareferos!



POR QUÉ

- ¿Por qué cortas los versos
absurda e insistentemente de dos en dos?

- Porque, fragmentado entre vacíos,
busco, abiertamente, verme.



ERA SU PELO (a Mariana Sanabria)


Era su pelo de noche sin luna y lacio ¡cómo la pequeña cascada del Pigüé!
¡Qué no!, me decía y decía.

Sus ojos, eran de un claro claro marrón al mirarme,
como aquel del pupitre de sexto recién lijado.

De un claro claro marrón, era también su voz,
¡miel cayendo de la cuchara sobre el pan de la mañana!

Solía converger entre ellos.
Solía diverger.

. . .

Entrecerrando el presente le sigo,
y era en su vestido violáceo nerviosa o serenamente hermosa,

con una plumilla de prendedor en el canesú
pirueteando en consonancia con esa inquietud o calma.

. . .

Datan estos recuerdos
del ocaso de los setenta, del amanecer de los ochenta

cuando afuera
¡ay!, ¡aciagas eran las calles aciagas y aciago el Océano frío!

. . .

El bello retorno democrático
nos encontró con fotografías repartidas y diferentes senderos.

Y un absurdo 30 de octubre de 2011,
¡ay!, ¡sin vuelta atrás ni hasta siempre!



ME HE SENTADO DESDE ESTE TÓRAX


Me he sentado, desde este tórax, en su oscura y severa silla
y los bordes salientes del oscuro escritorio, tocado...

¡una!,
¡dos veces!

El oscuro cajón he abierto, ¡cómo solícito abierto "Campos de Castilla"!
y dentro, alguna estela en la mar suya buscado...

¡una!,
¡dos veces!

He caminado por la carpeta de mosaicos calcáreos hasta el paragüero,
siguiendo sus pasos, cogiendo el paraguas, su "au revoir" escuchando,...

¡una!,
¡dos veces!

y una emoción íntima, secreta, con tiza de arcilla y Baeza he escrito en un átomo del oscuro tablero,
-sobrecogiendo-...

¡una!,
¡dos veces!



LA RESISTENCIA ABORIGEN (en el Día de la Insurgencia Cultural)


La resistencia aborigen latinoamericana
sigue,

¡simple
y pequeñamente!

Sigue en el habla de su lenguas, ¡incluso inaudibles!,
en la continuidad de sus costumbres, ¡incluso mixturadas!,

en el diálogo con sus dioses y diosas, ¡incluso profanados!,
en su inequívoco arte, ¡incluso robado y vendido!,

en el caminar por sus tierras, ¡incluso usurpadas!,
y en las tierras por sus rostros, ¡incluso mestizados!,

en la memoria de sus muertos,
¡incluso descuartizados o en vitrinas de civilizados museos!

. . .

¡Y cómo el barro que se hace piedra en las sequías
y la semilla del maíz que germina bajo el cielo encapotado!

sigue
y sigue,

¡entre embates
y menosprecios!,

¡simple
y pequeñamente!...

¡sigue
y sigue!



¡INSOLENTE!

¡Insolente!,
el Aromo me ha sorprendido este domingo 15 de agosto

-como insiste cada vuelta al sol y agosto-,
con su extenso y enceguecedor amarilleo.

. . .

Al cortar yuyos, ortigas
y rastreras hiedras,

su omnipresente cúpula
¡es, sobre mi gorro, un campo de diminutos girasoles vangoghianos!

. . .

Naranjo,
juega perdido entre colores verdes, azafranes, cielos,...

Desde los bordes de este edén, (¡qué inmortal exijo!)
migran unas risas amarillas de niños y niñas con juguetes nuevos...



INDIVISO

Indiviso:
soy Vos y yo,
soy cuerpo y conciencia,
soy infinitud que pasa,
soy Tierra y cielo desde la Tierra.

Indiviso:
hasta la gallardía postrera,
hasta alguna misericordiosa memoria,
hasta el desmenuce y
surcando el llagado cajón,
¡hasta la raicilla de la hierba cercana!

 
 

AL  MORIR UN NIÑO, UNA NIÑA

Al morir un niño, una niña,
Aylan Kurdi, Amal Hussain,...

empobrecidos, desterrados,
en armadas y sanguinarias contiendas,...

(cual para tantos
una fotografía perturbadora que al doblar la página se traspapela)

el Universo apaga,
empequeñece

y pese a no ver bien, entonces, donde acaba una cosa y empieza la otra:
sigo creyendo,

sigo despertando,
sigo insurgente,

sigo
escribiendo.


YO QUE NO CREO

Yo que no creo en dioses y diosas,
yo que no creo en boatos y opulencias, tronos y coronas;

yo que no creo en famas y poderíos,
en iluminados y atavíos;

yo que no creo en mercados e imperios,
en desmontes y desiertos;

yo que no creo en la muerte, (¡salvo un instante!, ¡salvo en los vivos!),
yo que no creo en suertes, yo que no creo en olvidos;...

¡voy por otro camino!,
¡voy hacia otro destino!

. . .

Yo que creo en personas y pueblos,
yo que creo en mesuras y ahorros, en compatriotas y suelos;

yo que creo en glorias y poderes colectivos,
en verdades consensuadas, sin imperativos;

yo que creo en trabajos y escuelas,
en las tierra negras, ¡avena y ciruelas!;

yo que creo en la vida,
yo que creo en la memoria ejercida;...

¡voy por este camino!
¡voy hacia mi destino!



LE PENA AL "MARICÓN"

Le pena al "maricón" su goce,
¡le pena aún sellado y visado!,

¡tantos siglos como libertino!,
¡tantos en mortal pecado!

. . .

Son él,
esas viejas y descuartizantes memorias:

¡sensuales, vívidas,
culposas, mortuorias!

Son él,
esos peatones de callejuelas sin salida,

esos maquilladores
de ulcerosas, perpetuas heridas.

. . .

Le pena al "maricón" su goce,
sus besos y mordicos,

sus soledades en las multitudes,
¡sus tumbas perdidas y federicos!



PORQUE SE AVASALLAN (a carpinchos y elefantes)

Porque se avasallan pueblos y personas, riquezas, trabajos y aulas, memorias, paces y mañanas...
¡hay insurgencias culturales!

Porque se avasallan ríos y mares, aires, hielos y montañas, selvas, llanuras y humedales...
¡hay insurgencias naturales!

Porque se avasalla la misma evolución...
¡hay insurgencias!

Porque se avasalla la mismísima vida...
¡hay insurgencias!

y en tanto hay insurgencias...
¡hay carpinchos que vuelven a trasnochar y elefantes que vuelven a casa!,

¡hay Nadias, Aarones y Federicos que vuelven a soñar!...
¡en tanto hay insurgencias!



HA LLOVIDO (19 de agosto de 2021)

Ha llovido
apenitas.

Afganistán parece ¡tan distante!,
Haití, ¡tan inmóvil!,

nuestrxs niñxs empobrecidxs, ¡tan sin serlo!,
la peste, ¡tan ya habitualmente incierta!

. . .

Ha llovido apenitas,
pronto, en esta sociedad hoy pausada y amaneciendo, el patio del aljibe estará seco

y los bichos bolitas, pequeños trolebuses porteños de los 50,
¡pasarán y pasarán!, ¡se irán y volverán!, como mañana,

como los rostros embarbijados o no por las calles,
como las mujeres enveladas o no por las calles.

. . .

Ha llovido apenitas.
En la mesa, el mate se ha enfriado inadecuadamente.



HOY ES DÍA DE VIENTOS (22 de agosto de 2021)

Hoy es día de vientos, chifletes, eolos y ventarrones.
de estos que en mis infantiles ciencias mil orígenes yo aseveraba:

- de la frontera lejana del lago ¡y eran salados y eran terrosos!,
- del quieto viejo cementerio ¡y eran silenciosos, fríos y fríos!,

- de la Torre Blanca, de sus alturas ¡y eran cascadas de aguanieve!,
- de mis comarcas de melancolías ¡y eran exhalaciones, ayes y elegías!

. . .

Estos
vientos,

la lluvia, los fríos, ¡los que no hieren y matan mariposas y amapolas!
fueron y son goces y amoríos desde mi ventana hacia el aljibe

y algunas
prosas.


TU AMOR

Tu amor me ha hecho caíble
y creo que me sientes.

Caíble,
no como la flor del aromo al nacer en agosto,

caíble,
al desollarme en vos.


EL LABRADOR DE LA PLAZA

Labra el labrador de la plaza
-en ajado relieve y borroso-,

labra de camisa y chapela,
¡surco tras surco labra!

Labra de espalda al paseante,
ajeno a los tiempos labra,

labra desde que recuerdo,
¡día y noche el labriego labra!

En un monolito lo hace
arremangado y de espalda,

¡labra que te labra la tierra
con un buey en la proa y canta!

Entre vientos que nada hieren,
entre lluvias que tanto amo,

cerquita del limonero verde...
¡mi labrador labra que te labra

y
canta!



QUE SEA

Que sea de cada diez niños y niñas
¡ninguno empobrecido!,

¡ninguno hambriento y sediento!,
¡ninguno agredido!

¡Qué sean diez jugando y riendo!,
¡qué sean diez leyendo!

¡Qué sea en ninguna guerra!,
¡qué sea en todas partes!

. . .

Por Ley del Universo téngase,
comuníquese,

en el Registro de la Humanidad insértese
¡y cúmplase!,

¡so pena de
delito de lesa humanidad!


ACORDONÁNDOSE

Acordonándose en mis caminatas diarias por entre los ojales de las zapatillas,
los recuerdos, a lo que salgan, van.

Por entre mis venas cavas que al corazón tras aire fresco regresan,
los recuerdos, a lo que salgan, van.


AL CAMINAR BAJO LA LLUVIA PORTEÑA

Al caminar bajo la lluvia porteña de los 70 y Rivadavia
solía encharcarme

ropaje, máscara,
paraguas, reniegos,

la cara, las manos que secaban la cara,
las manos que secaban la máscara,...

quedando la lluvia porteña
¡tan dentro!

¡qué era yo
donde -no sé- empezaba!,

¡qué era lluvia y Emmanuelle
donde -no sé- terminaba!



POR LAS BARBAS DE DIANTRES (al 26 de agosto)

¡Por las barbas de Diantres y los mofletes de Eolo!...
¡cuántas cosas me llenáis de aire y tierra!

¡cuántas me voláis cual bobos chirimbolos
en esta tarde furiosa, desmedida y gamberra!

. . .

¡Dadme al menos, Eolo de Eólida, un intervalo sólo
para bajar del tendal los barbijos aún sin tierra!

¡qué he de salir esta tarde pipiolo
a solear de calles el rostro que la peste sotierra!


CUANDO ME RECUERDO

Cuando me recuerdo,
soy sólo un espectador que se recuerda,

un hombre que observa en un espejo su imagen
de tiempos que se dicen "mejores" ¡y posiblemente sido!


ÉRASE DEL XVI Y MADRID (a Quevedo y Góngora)

Érase del XVI y Madrid, Quevedo,
¡Francisco de Quevedo Villegas!,

aquel de muy corto ver,
buen conceptista, letras y prosas,

aquel de flores agora
y ¡ay!, ¡mañana espinas sin rosas!

. . .

Diecinueve años más, érase
¡Luis de Góngora y Argote!,

aquel de muy largo rostro,
buen culterano y capote,

aquel también de una rosa
y también, ¡rosa de breve alborote!

. . .

Éranse del Siglo de Oro opulento
y opulentos ambos -leído acredito-,

adversarios entre sí -vientos decían-,
mas, ¡de aquella gloria favoritos!

. . .

¡Qué es voz de la señorita López!
¡Qué de Lacau y Rosetti es escrito!


DI VUELTAS

Di vueltas el cuello diez veces, veinte,
como un molinete.

Propagué los labios
de la estación sin trenes al lago.

Entorné los ojos
desde el pasado hasta el fin de los tiempos...

¡por
un beso!

. . .

Intuí
que gaviota venías...

¡por
un beso!


NADA HAY PARA DECIR

Nada hay para decir
cuando hay una guerra

y en ella
un niño, una niña.

¡Nada!,
¡sólo abrazarlos hasta pegarse!

¡sólo pegarse
y hacer!


SUENA LA CAMPANA

Suena la campana y los niños forman
tomando distancia de pequeño a mayor.

Cantan Aurora, la bandera izan,
marchan al aula: ¡el estudio empezó!

Van por las cuentas, suman y restan,
van por la letras: ¡el docente dictó!

Levantan la mano, al frente pasan
y con tiza verde escriben Carhué.

Un caldén dibujan y lo colorean,
pinturas se prestan riendo al compás.

Un flamenco sigue, un lago salado,
una torre blanca y una plaza sin dos.

¡Se prestan palabras, corazones y hojas!
¡de todo se prestan, cotorreando al compás!

. . .

Y el recreo llega y los niños salen,
corriendo y riendo, ¡riendo a jugar!

Se esconden y buscan, la mancha los corre,
payana en la mano, ¡pelota a patear!

. . .

Sea la escuela: ¡mis niños y niñas!,
mañana y tarde... ¡saber y brincar!

Sea la escuela: ¡tus libros y sueños!,
aula y recreo… ¡estudiar y jugar!

. . . 

¡Sea la escuela!, ¡sea el trabajo!,
¡sean los hombres y las mujeres!,

¡sea la Tierra!,
¡sea la paz!



AL RECOSTARME

Al recostarme,
algunas noches,
las olas de Mar del Plata
mojan mis pies.

Con vientos bravíos,
alcanzan el pequeño acantilado de la almohada
y al retirarse
me arrastran mansamente a la ventana del aljibe.

Les dejo mientras me duermo,
incluso, que en el sueño,
con vientos bravíos,
me arrastren noble a la nueva mañana.



TRABAJO CUANDO ESCRIBO

Trabajo cuando escribo -tras mi bien y todos los Bienes-,
como otrora explicando en el aula la engañosa Tercera Ley de la Mecánica.

Como Alfredo Palacios abogando gratis por empobrecidos y empobrecidas,
como Marcelina González terminando el pulóver encargado o mi madre baldeando el patio tras la bendecida lluvia.

Trabajo cuando fabulo en el aljibe desusado una gruta y una salida a la Luna de los grandes pechos,
dándole sentido al noble aljibe, callado, viejo y sin uso. Tendiéndolo al lector.

Lo hago al rimar dos jardines, uno de aromo otro de higueras, coexistentes y gratuitos,
lo hago tendiéndolos sin gorra al lector.

. . .

Trabajo en esta pequeña mesa de una pata más corta.
Me significo en la vejez y en el desuso.



¡AH!, LOS REMOTOS FAROLES

¡Ah!, los remotos faroles esquineros:
columnas altas, delgadas, oscuras,

erguidas sobre una pata de hierro fundido,
gruesa y hueca

y un cuello de cisne
con pico encendido en las noches de un Carhué "irretornable".

. . .

A mitad de cuadra, entre uno y otro,
¡perdíase el mundo!,

y era sólo...
¡ay!,

¡el cielo de Neruda
y su poema 20!


LOS VALORES

Los valores
pensados,
sentidos,
ejercidos
y compartidos:
me confrontan,
me impelen,
me guarecen,
me identifican,
me elevan,
me cohesionan,
me clarifican,
me embellecen
y me arraciman.


DICHOSA JUANA

Dichosa Juana...
- que cree en el cielo

y al verlo estrellado
ve candilejas blancas, titilantes y eternas,

- que conserva estampitas
y en infortunios las gasta y desgasta con ruegos y dedos,

- que honra domingos
y ríe en su mesa con hijos e hijas, con nietos y nietas,

- que llora ante lápidas
dolores que al irse bajo la blusa serenamente guarda.

. . .

Dichosa Juana...
que vuela sin alas entre candilejas y mesas, entre tumbas y estampas.

. . .

Dichosa Juana...
¡qué duerme en la orilla junto a una paloma!


AL CARPIR LA TIERRA

Al carpir la tierra
¿no sientes, acaso, estar oxigenando y desmalezando el propio cuerpo

preparándolo
para más abrazos fecundos y más benditos frutos a compartir?

¿No sientes, acaso,
una unión atávica entre el brazo, el aparejo y el suelo?

¿una triada
que nos reconcilia misteriosamente con los sinsabores de nuestras vidas?

¿una acción
que es rotura y verso?,

¿rastrillo
y cayado?

. . .

¡Ah!, ¡cuántas labores con la tierra que emporcan las manos
son, subyacentemente, benditas benditas labores internas!


MARTA (a todos los maestros y las maestras en su día, esto es ciertamente, ¡en cada uno de los días escolares del año!)

Marta, de guardapolvo blanco recién planchado,
de un perfume ¡qué aún vuelve jazmín al hojear mi cuaderno de sexto!,

Marta impecable,
de manual bonaerense y numerosas sonrisas en sus numerosas manos...

explicando, ¡alumno tras alumna!,
¡una, numerosas, eternas veces!:

- la  potenciación y la democracia,
- Egipto, Grecia y Roma,

- la responsabilidad y el compañerismo,
- las cuatro cavidades del corazón,...

¡pupitre tras pupitre!,
¡una, numerosas, eternas veces!.

. . .

Hoy, toda vez que aún dibujo en un cuaderno o aún estudio una lección o aún redacto,
Marta -como aquellos docentes de la infancia, inmortales y de oro- está a mi costado,

¡con su guardapolvo de maestra como recién planchado!
¡con aquellas, nuestras sonrisas!, ¡con aquellas bellas, bellas, inagotables explicaciones!

y mi rostro, entonces,
¡sólo gratitud y asombro!


LA HECHURA DE LAS CARICIAS

La hechura de las caricias dadas guardaban sus manos,
su pelo blanco, ¡el olor de los tamariscos del Masallé!

y un viejo ulular a viento salado, sus sordos oídos
y la curva en el batón de la mecedora sobre el parqué.

. . .

Detenida, pequeña, vivida, lejana lejana, Genara,
erraba por el oeste de la vida y la luz del quinqué.

¡Ya su declinado respirar, pegadamente se le advertía!,
¡y una cansada mano derecha sobre la fría taza de té!

. . .

Un lunes de sol, en liviano y humilde féretro le llevaron,
en mantos envuelta, ¡de alas, flores y esmerado macramé!

. . .

¡Iban sus brazos jóvenes con la hechura de caricias dando!,
¡iba su pelo moro revoloteando por los tamariscos del Masallé!


FUI PARTE INDIVISA DE ESE COLEGIO (al Colegio Secundario de Carhué en sus 75 años)

Fui parte indivisa de ese Colegio
¡cómo del Cosmos sus elementales trazos!

Fui de esas aulas en procesión dispuestas
¡más Ulises de Troya volviendo al reinado!

¡Hierro y madera de fijos pupitres
por autores de sueños en ellos firmados!

y del pase al frente aciago, ¡ay!,
¡fusilamiento sin venda del 3 de mayo!

. . .

Donde la Cruz del Sur a medianoche subía
¡fui de ese aljibe pequeño y cuadrado!

¡del Quijote al galope por los techos andante!
de la ancha galería, del patio enladrillado.

Fui del espartano mástil arriando,
en el declive del día, el azul y blanco paño,

del cuadro de gloria y honor enmarcado
¡y de una Historia de anales y anales amputados!

. . .

Sigo parte indivisa de ese Colegio,
año tras año, ¡eternamente abanderado egresando!


SOBRE EL OLVIDO (a los seis estudiantes de La Plata desaparecidos en La Noche de los Lápices)

Sobre el olvido
de los que olvidan...

¡están las memorias
de los que recuerdan!

Sobre la indiferencia
de los indiferentes...

¡está el pecho abierto
de los que sienten!

Sobre los muertos
de los que matan...

¡están las brotes
de los que siguen!


CADA SER AMADO

Cada ser amado
está en uno dentro,

¡algunos dirán en el corazón!,
¡yo sólo diré dentro!

. . .

Cada ser amado
al partir queda dentro,

¡algunos dirán siempre!,
¡yo sólo diré yendo!

. . .

Más, al yo partir
algunos dirán sintiendo:

- ¡Con sus amados partidos
va en paz al encuentro!

Y yo diré como antes
(no sé dónde siendo):

- En ustedes que siguen
dentro, ¡yendo y yendo!

. . .

¡Qué es ley del Universo
la hoja cayendo

y en la bella tierra
tierra más bella siendo!


ESPERO LA PRIMAVERA

Espero la primavera
¡por que la primavera es primavera y llega!

¡No malogra!, ¡no presume!, ¡no embarga!,
¡cumple su cometido de aves y flores y en verano se disgrega!

La espero, pues aunque haya invierno la primavera llega,
aunque haya pestes, sobre las putas pestes llega...

¡y no hay fuerzas ni dioses que impidan jazmines
y en los aires, su fragancia y entrega!

¡y no hay mascarillas ni politiqueros que impidan su inhalación
y en los pulmones, su calidez y entrega!

. . .

Espero la primavera, porque como otrora las vacaciones y los ciruelos del Masallé,
la primavera es primavera...

¡y
primavera llega!


VEIS MARÍA

¡Veis María qué hemos llegado!
ascendiendo no sé cómo,

pateando guijarros y cantos rodados,
hendiendo pamperos, zondas y sudestadas.

Ampollados,
casi moribundos.

Vos mi cayado,
yo el tuyo,

vos mi biblia,
yo la tuya.

. . .

Y fue primero, casi un beso, a la cima del Aromo,
luego al pico de la Torre Blanca,

arriba, a las nubes algodonadas de Platero,
¡por aquella escalera de peldaños que a los desnudos los peldaños de madera fuiste dando!

. . .

¡Veis María!...
la Luna de González Tuñón hacia el blanco de la Tierra en el espacio...

¡en
nuestras manos!


NO ME QUEDAN

No me quedan más pensamientos que poemas.
Ni sangre,

ni pasos,
ni noches.

. . .

¡Ay!
ni más poemas que cristales rotos.


NO ME FUE DADA

No me fue dada otra forma de escribir,
¡qué escribir!

No me fue dada por Calíope,
¡iluminación alguna!

. . .

¡Es mi pala el lápiz!,
¡es mi negra tierra la blanca hoja!,

es mi tiempo, aunque hoy muera, ¡mañana!
es mi escribir...

¡con el sudor
del alma!


QUE A LOS DESAIRES DE LA VIDA

Que a los desaires de la vida, mujer,
¡vayan que vayan sus bellos aires!,

¡los que no hienden
amapolas ni colibríes!,

¡los que jalan pestes
de ventana a ventana!

Vayan los soplos de tu boca,
¡cortesías que aspiro cada día!

y me hieren mortalmente de vida
¡y me hieren, sin retorno, de vida!

. . .

Que a los desaires de la vida, mujer,
¡vayan los cantos y bailes de la cortada en la Bella Plaza!

(que no sé por qué juegos del tiempo
¡fueron musa certísima de Renoir y su algarabía!),

vayan que vayan estos días
de jazmines brotando en el jardín,

¡en tu boca!,
¡en tus soplos!...

y me hieren mortalmente de vida
¡y me hieren, sin retorno, de vida!


A SU MENOR DESCUIDO

A su menor descuido,
me así de una paloma al ala,

mas para serle ingrávido
quiteme hasta pesadeces ralas,

veinte creos, diez poemas
y una osamenta ya escasa.

. . .

Venturoso e invertebrado
remonté el cielo en su ala.

¡Eran el Sol, la Tierra y la Luna
puntos de extensa capa!

¡Eramos Ícaro y Dédalo
fugando de cretense maraña!,

yo, ¡cayado ingrávido!,
ella, ¡equivocada torcaza!

. . .

¡fugando hacia Alfa Crucis
del mundo y su laberíntica sala!


ME PREGUNTO NARANJO

Me pregunto Naranjo:
¿hay en esta tierra,
acaso,
ser más esperanzador,
rebelde,
utópico,
hambriento
y urgente...
que el ser estudiante?

. . .

Vamos Naranjo pues,
¡sigamos en esta senda!
¡qué no por azar es
estudiante y primavera!


A MI BUEN POETA
Luis Cernuda (21 de septiembre de 1902 - 5 de noviembre de 1963)


A mi buen poeta sevillano
Luis de España y Cernuda

de quien conozco salvajemente poco,
como poco, su soledad huesuda,

¡ay!
¡cómo poco, mi soledad huesuda!

. . .

A mi buen poeta del exilio irreversible
como Átropos desnuda...

seas
"acá, acá cerca donde no habite tu olvido"

tu tumba,
tu duda.


LLORAR

Llorar,
cuando del aljibe la luna nueva suba

y bajo su luz apagada
llorando vaya y vaya brumas.

. . .

Fue certera daga en mi pecho,
¡oh crudelísima fortuna!,

la partida de la niña amanecida,
¡la partida de la niña en alba cuna!

por no sé qué imposibles pecados,
¡por qué, imposibles, imposibles negruras!

. . .

Llorar bajo la noche,
con la misma sangre de tan cruel ventura,

sobre este pecho disecado,
sobre esta vida, ya ninguna

y que la sangre me disuelva por el piso
y al evaporar, me resuma.

. . .

Llorar,
¡ay!, ¡cuándo la luna nueva del aljibe suba!,

entre tierra y cielo,
¡entre negrura misma y mismísima negrura!,

¡la partida de la niña amanecida!,
¡la partida de la niña en alba cuna!


PODRÍA

Podría haber sido Carlos,
pueblerino y de largos años.

Podría haber habitado en este siglo veintiuno
y en este tercer planeta de un impalpable sistema del Brazo de Orión,

caminar en él embarbijado
y yacer en él, cenizas y una flor de aromo.

Podría tener un corazón como un puño cerrado
y un puño cerrado lleno de higueras que se abre al otro con sus primeras brevas.

Haber sido mortal, haber sido eterno,
no haberlos sido.

Podría haber, a un gato, llamado Naranjo y a un árbol, Aromo,
podría haber visto esta llovizna del 22 de septiembre.

¡Podría!,
¡podría!,...

...¡pero fui
poeta!